La sinceridad de una mirada

No hay una mirada mas pura y mas sincera que la de un niño

Si, pobre viejecita.

Si, pobre viejecita, ya ninguno te escucha!
Los fastidias a todos con tu buena memoria.
Tu lentitud es grande; su frivolidad, mucha...

Y te huyen porque siempre narras la misma historia.
Pero yo soy paciente, y sentado a tu puerta, escucharé.
No temas; puedes hablar tranquila,
mientras menea el viento las ramas de la huerta y se muere a lo lejos un crepúsculo lila.
Déjalos que se vallan, en su atolondramiento, a decir ellos y ellas, palabras mentirosas, y cuéntame abuelita tu mismo viejo cuento, al compás de tus manos largas y sarmentosas.

AMADO NERVO

1 comentarios:

Unknown dijo...

Hermoso poema, con total vigencia, en cuanto reafirma la necesidad de amar y respetar a los viejecitos.¡

YO MERO

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Quisiera decir que soy un INUTIL, pero aun no llego a ser siervo INUTIL, aun estoy en proceso.